Queridos amigos de #Celticsespaña,
Como bien sabéis, el jefe me ha enviado una temporada de retiro espiritual a Hawaii. Una mañana, tras una noche de Playoffs en la que no twiteé ni entré en discusión con nadie, debió pensar que había quemado mis últimos cartuchos, que necesitaba parar para continuar de nuevo, como dice el anuncio de carburantes.
Y la verdad es que, desde que he llegado a las islas, estoy pensando seriamente en quedarme. Aquí todo el mundo va en bikini, medio borracho, fumado -por descontado- y se gana la vida como puede, pero se la gana. De momento he encontrado alojamiento en casa de la señora Manuela, una descendiente de Coronel Smith que sirvió en la Marina cuando lo Pearl Harbourn. Alquila habitaciones por noches pero yo ya he llegado a un acuerdo por dos años renovables.
Con los poco más de 200 dólares que me metió el jefe en un sobre me pago mis vicios, un paquete de Celtas semanal y un sobre de cromos de la NBA, algo por lo que ya merece quedarse en la isla. Con lo que saco de la venta de cocos en la playa voy pagando la habitación y las cenas de Manuela. Comer a mediodía lo he dejado, que engorda y en la playa hay que llevar tipín que sino, ni vendes, ni bueno, ya me entendéis.
Lo único que me sabe mal es perderme la CelticsCon de Zaragoza, aunque ya me ha dicho el jefe que irá en representación de la casa. Me alegra. Seguro que Maqui le da alguna pegatina para mí con la que poder decorar mi cuarto.
Una de las cosas que creía iba a tener más a mano son los partidos de los Celtics, pero habituado ya como estaba a las 6 horas de decalaje, ahora en Hawaii he perdido la conversión horaria y cuando juegan los Celtics siempre me pillan trabajando en la playa, por lo que suelo enterarme de los resultados al llegar a casa de la señora Manuela.
Desde luego la vida es impredecible, eh ? Ahí estaba yo, subsistiendo como pocos con el viejo portátil Compaq que un día el jefe me sacó de Banesto para que pudiera empezar a escribir en La Butaca… y ahora descansando en un hamaca tras largos paseos por la playa con un saco de cocos a cuestas. El título para un nuevo blog de vivencias es cojonudo : unahamacadelgarden.com
Ná. La verdad es que en lo que menos pienso ahora es en los Celtics. Me cuenta el jefe desde España que él los partidos no se los pierde, en directo o falso directo, pero la pasión sigue viva como hace 30 años. Otra cosa es tener a un tío que le vaya transcribiendo gilipolleces para poner en Twitter o escribir en el blog. Tiene la cabeza llena de cosas y necesitaba quitarse algunas de encima para desatascar ideas. La verdad es que buscar tíos por la grada haciendo el subnormal quema mucho. Solo el que ha buscado tíos por la grada en los descansos, mientras los demás se levantan para ir a mear o van a la cocina a hacerse un Sandwich de nocilla, saben de lo que hablo.
En fin, que no os quiero aburrir más, en la antigua butaca, la original, la de siempre, la del blogspot tenéis mucho material para releer si llegasteis tarde. Aquí, en el relevo, alguna cosita más de los últimos tiempos, pero ya con poco glamour. Han sido buenos tiempos, tiempos en los que disfruté mucho escribiendo algunas historias tan desconocidas para vosotros como para mí. ¿Os acordáis de la historia de Brian Shaw? ¿La de volver a empezar? Yo creo que con esa es con la que más he disfrutado en este tiempo. El mini ebook del jovencito Danny Ainge, los Celtics de finales de los 80, las primeras historias del Boston Garden, el primer All Star y el conato de huelga en el vestuario unas horas antes,… muchas cosas con las que he aprendido lo que pasó antes por aquí y han reafirmado mi amor por unos colores que ahora llevo en mi camisa, porque la cami es de flores, pero verdes y blancas, como ha de ser.
En fin, que ni sé si es un adiós o un hasta luego, lo único que sé es que las cosas hay que hacerlas con todas tus fuerzas o retirarte un tiempo a Hawaii. Y aquí estaré hasta que vuelva a recuperar fuerzas. Si venís un día pasad a saludar y nos hacemos una barbacoa encima de cualquier piedra, que aquí todo está muy caliente y se pasa por la piedra, ya me entendéis.
Hasta siempre,
El becario de La Butaca